Nos pasa frecuentemente. No nos gusta fallar. Pensamos que fallar es sinónimo de fracaso. Y fallar es solo un posible resultado de la experimentación con el beneficio de que aprendimos algo nuevo.
Una persona u organización que tiene temor al fallo y deja de buscarlo está condenada al estancamiento y eventualmente al rezago. Aquellas empresas que valoran el aprender con base en experimentar cosas nuevas y que adicionalmente no reprimen el fallo, potencian la creatividad dado que las personas actúan sin temor.
En este artículo te recomendamos cinco cosas que todos deberíamos experimentar si queremos mejorar nuestros resultados:
- Cambia el lenguaje. El lenguaje programa nuestro cerebro. ¿De qué nos sirve hacerle creer que no hay tiempo o que estamos muy ocupados? Constantemente estamos pensando: “tengo mucho que hacer” o “el tiempo se pasa muy rápido y no me alcanza”. Repetirnos constantemente ese tipo de afirmaciones no va a cambiar nada, no vamos a agregar un par de horas al día, ni vamos a cambiar comportamientos, simplemente tendremos una excusa “válida” para hacer menos o para justificarnos ante los demás.
- Escribe lo que quieres lograr. Poner los pensamientos en blanco y negro y en términos de objetivos son el primer paso para convertir los sueños en realidad. Muchas veces creemos que solo con el pensamiento lograremos el resultado y esto no es cierto. De hecho el objetivo es solo la meta y a partir de ahí debemos definir las actividades que marcan el camino.
- Ten el valor de decir no. En nuestra cultura tenemos la tendencia a complacer. Y a su vez tenemos miedo al rechazo y a que nos juzguen. Una prueba de eso tiene que ver la cantidad de respuestas positivas que damos y que nos dan frecuentemente y que al final no se traducen en lo prometido. Así que te recomendamos que antes responder positiva o negativamente a una solicitud, te tomes un tiempo para analizar si puedes o no comprometerte con el resultado esperado. Lo que muchas veces no analizamos, es que que el valor de una respuesta negativa es infinitamente mayor que una positiva que no tiene compromiso.
- Elimina las excusas. Y hazte cargo. Las excusas están desvalorizadas y son un mecanismo de defensa que ya no nos defiende de nada. De hecho pocos las creen y pocos las compran, con lo cual ¿qué sentido tienen? Por esa razón es mejor anticiparse, organizarse y comprometerse con responsabilidad si posteriormente no queremos caer en ellas.
- Usa la agenda como habilitador de tus propósitos. Una vez haz definido las acciones que conducen al objetivo, usa la agenda para programar y definir cuándo las vas a ejecutar. La agenda es una herramienta a la que todos tenemos acceso y con la cual podemos organizar nuestro tiempo. Usarla solo como recordatorio para las reuniones es un desperdicio.
Son solo cinco prácticas, pero hay mucho más por experimentar cuando se trata de cambiar comportamientos para tener resultados positivos en lo que te propones. Empieza con los anteriores y si funcionan, adóptalos a tu día a día y benefíciate.
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